domingo, 18 de abril de 2010

La guerra po' weón


¿Qué cómo estoy? ¡Shú! Mejor ni le cuento compare. Tuve un fin de semana de aquellos. ¡Mono! ¡Sírveme uno jetón!... El pendejo tuvo una pataleta po’ weón. Y yo le dije a la Marta: “déjalo llorar, dicen que si los ignorai’ cuando tienen esas pataletas se les pasa sola la weá”. Cuando ya habían pasado tres horas de lloriqueo ininterrumpidos terminé de comprobar que este weón no era hijo del lechero, jajaja. ¡3 horas llorando sin parar, y nosotros no lo habíamos ni mirado!, ¡este weón tenía que ser hijo mío! Porfiao como una puerta… jajaja hijo e tigre, ah? ah?. Pero a mi no me iba a ganar. Si el weón quería guerra, guerra iba a tener. ¡Me gustan las guerras sicológicas!, sobre todo contra pendejos de 2 años, porque sé que tengo oportunidades, jajaja. La Marta me decía que ya era mucho, que tal vez le pasaba algo. ¡Puta pero yo soy machito po weón! Escucho que el pendejo sigue lloriqueando y gritando weás. ¿Que le va a pasar algo?, ¡si sigue pidiendo que le pasemos el cuchillo! Esa weá es pura maña. ¡Cabro weón! ¡Weón y emo además!, jajaja. ¿Pa qué weá puede querer un cuchillo?... ¡Este weón va a ser emo!, o Pokemon, ah? ah? jajaja.
La clave para ganar una guerra es tener una estrategia weón. Las más grandes batallas no se ganan con soldados se ganan con la ca-be-za. Mira al “Napolión” o al “Hitler”, grandes estrategas. Si da lo mismo cuantas pistolas o soldados tengai’, necesitai’ la ca-be-za. Igual este cabro weón es bien cabezón jajaja, pero no es lo mismo tener ca-be-za a ser un pendejo cabezón, ah? ah?.... jajaja. Vo’ me entiendí’ po’ compare. Si vo’ también te gastai’ el medio pedazo de cabeza y erí’ mas weón que las palomas. Jajaja no seai’ weón, no me vengai’ con weás, si sabí’ que me refiero a la cabeza de arriba. Yapo, pero como te decía, el pendejo me declaró la guerra, y yo estaba dispuesto a pelearla como los campeones. ¡Sírveme otra Mono!... ¡Pero échale más po jetón!..., ¡con cariño po! jajaja, ¡Eeeeso! ¿Yapo y que más?, ah sí! La guerra po weón. Decidí planear una estrategia pa’ dejar al “pendex” en su lugar, una cotota así como la de la película esa del weón con la cara pintá’ que grita como animal. Si weón, con decirte que hasta empecé a hojear este libro de guerra que escribió este chino el año del pico. No entendí ni weá eso si, jajaja. Pero la intención es lo que cuenta, ah? ah? jajaja.
Cuando el pendejo llevaba ya cuatro horas llorando le dije a la Marta que empezaría el “raund guán”, la primera batalla. Compadre, si yo ya me creía comando, jajaja. Mande cagando al pendejo a su pieza y le cerré la puerta. Le dije que si quería salir tenía que portarse bien el weón. Pero compadre, ¡el pendejo es porfiao’ como él solo!. Pasó dos horas más llorando en la pieza. Me tenía los cocos hinchaos, jajaja. Y no solo a mi weón, la Marta estaba pa’ la cagá’ también. Si me dijo terrible enojá’ que la weona prefería tener un cabro chico mimado de hijo, que seguir soportando al pendejo llorar. ¡Si el weón se escuchaba más fuerte que el “jevi metal” del vecino, y con la puerta cerrá’ y todo po weón!, jajaja. Casi me cagó toda la guerra la Marta. La tuve que chantar en seco antes de que abriera la puerta. Si yo también soy porfiao’ po weón, y ahora sabía que estaba solo po, si la Marta no me apoyaba en la guerra. Taba solo contra un ejercito de un solo soldao’ que me llegaba al ombligo, jajaja. No hay que confiar en las mujeres po compadre. Usted lo sabe más que nadie, ¿o no? Haber, deja adivinar porque andai’ acá hoy día. Te apuesto que la “peuca” esa te dejó pagando de nuevo, jajaja. Si yo no sé como chucha erí tan pobre si tení’ el “kino” tan acomulao’ weón, jajaja. Si las mujeres son lindas y todo, pero no se puede confiar en ellas. Son otra raza po weón, son como de otro planeta. Como mi taita siempre me decía, ¡No hay que confiar en nada que sangre por más de tres días y no se muera!, ah? ah?... jajaja.
¡Mono!, ¡Lléname el estanque!, ¡Gracias jetón! No sé que haría sin ti, jajaja. Bueno, ¿En que iba? Ah sí! Con la Marta no pegamos ni una pestaña esa noche. ¡El pendejo me ganó la primera batalla! ¡Lloro toda la puta noche po’ weón! Imagínate, el weón no durmió pa’ puro cagarme la vida. Yo estaba emputecío’, y mejor ni te cuento como andaba la Marta. Pero el pendejo no me la iba a ganar weón. Me pinté dos rallas en la mejilla estilo Rambo y empezó el “raund tchú”, jajaja. Ignorarlo no me había servio’ de nah’, así que ahora decidí agarrarlo y distraerlo hasta que se le olvidara la weá. Compadre, me faltó disfrazarme de payaso no ma’ y el pendejo nada. ¡Siguió llorando! Si este weón me va a tener que dar las gracias cuando sea guailón, porque cualquier otro papá normal le hubiera mandao’ un puro cornete, jajaja. Después intenté de todo weón. Me pase el día tratando de distraerlo y calmarlo. La Marta se puso chúcara y se fue a pasar el fin de semana donde su vieja. Me dijo que si quería ponerme al nivel de un niño de dos años era cosa mía, pero que ella no se prestaba pa esa clase de weás. ¡Compare! Le leía cuentos, le cantaba canciones, de todo weón. Si ya ‘toy listo pa “cuanto vale el show”, jajaja. ¿Imagínate me va bien como al Kramer?, jajaja, ah? ah? Pero es que el “pendex” es muy re porfiao’ po weón. Cuando la pataleta cumplió 24 horas me entré a preocupar. Ya pensé que le pasaba algo. Si ni cuando le salieron los dientes chillaba tanto el weón. Me asusté weón, pero en serio. Si le tomé la temperatura, le revise hasta los cocos. ¡Y nada weón! Yo taba’ más nervioso que monja con atraso, jajaja. Y derepente, el weón se queda callao’. ¡Quede pa’ entro’! Con los ojos rojos me mira el weón, así bien fijo. Y de la nada me dice: “¡Yo quiero el cuchillo!” y se larga a llorar más fuerte que antes. ¡Cabro de mierda!, jajaja. Ah? Ah?.
Oye, el cabro weón éste lloró toda la noche de nuevo. Llevaba más de un día seguio’ llorando. Yo ya estaba que le daba el premio al esfuerzo, jajaja. Pero la weá era una guerra, y compadre usted me entiende, ¡Yo no iba a perder!... ¡Mono! ¡Otra de las mismas!.. Así que compadre, se me ocurrió la solución final. La Marta no estaba y al fin use la ca-be-za. Le estaba preparando la mamadera al weón, y veo de lejos la botella de whiskey. “Un par de gotitas van a hacer que el weón duerma como lirón” pensé. Así que me aseguré y le eché el medio chorro, jajaja ah? Ah?. Compadre, ¿¡me podí’ creer que el weón no se quedo dormio’!? Porque lo que es yo, no me la creía weón. Se tomo toda la weá de leche y al seco, y al segundo siguió llorando, y no solo eso. ¡Siguió llorando hasta que cumplimos 48 horas seguías’ de pataleta! Compadre, ¡Me ganó!, ¡Me ganó la guerra un pendejo de dos años!, jajaja. Con la cola entre las piernas me fui pa la cocina, busqué el cuchillo con menos filo, ¡y se lo pasé weón!, ¡Le pase un cuchillo a un pendejo de dos años! Y ahí todo se puso color de hormigas weón. La Marta justo llego a la casa en el segundo que le pase el cuchillo. Si le salía humo de las orejas, jajaja. Y no me vay a creer lo que paso. ¡El pendejo se tajió a la Marta! La weona le trató de sacar el cuchillo y el pendejo le manda una puñalá’ digna del Cisarro, jajaja ah? ah? Si el weón no quería el cuchillo pa tajearse él po, el weón no era emo. El weón lo quería pa tajear a la mamá, jajaja. Un cogotero en potencia, jajaja ah? Ah?. No, no, no compadre. Si eso nunca paso. Te toy agarrando pal’ chuleteo’ weón. ¿Cómo va a tajear a la Marta weón?, jajaja. No, si la Marta llegó justo ahí, pero el pendex no la tajió. Agarró el cuchillo y lo miró. No alcance ni a darme cuenta y el weón ya lo había tirao’ al piso, y se fue caminando a su cama y se quedó dormio. ¡Si lo quería matar, compadre! ¡Pendejo y la retutasutata! Yo estoy convencío’ que lo hizo pa humillarme, jajaja. ¡El weón lo miró un segundo y se fue a acostar, después de haber llorao’ dos días seguíos!. No si esas cosas me pasan a mi no más, jajaja ah? ah? Y eso po’. Después la Marta me hechó la media foca por haberle pasao’ el cuchillo, así que me arranqué pa’ acá porque seguía enojá la weona. Así con la weá po’. ¿Y tú? ¿Qué contai’?... ¡Tay más guatón weón! Parecí prieta con esa polera apretá’, jajaja, ah? ah?

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